los chalecos amarillos
Alejandro Teitelbaum
La movilización de los chalecos amarillos suscitó expectativas y rechazos y también múltiples interpretaciones. Entre estas últimas algunos juzgan que se trata de una nueva forma de expresar el conflicto entre los que más tienen y los que menos tienen, dada la incapacidad de asumirlo por parte de las organizaciones tradicionales : sindicatos, partidos de « izquierda », etc.
No se pueden resolver las conflictualidades fundamentales e ir resolviendo las secundarias si no se tiene el objetivo de cambiar radicalmente el orden social vigente, que es una tarea titánica y de largo aliento. En primer lugar porque las clases dominantes tienen totalmente a su servicio a las instituciones del Estado: Gobierno, Parlamento, Justicia, Policía, Fuerzas Armadas y a las organizaciones internacionales: la ONU, la OMC, el FMI, la Unión Europea, etc. y sus brazos armados: la OTAN, las llamadas “fuerzas especiales” (formaciones paramilitares y otras) y las organizaciones y grupos fundamentalistas y terroristas, peones estos últimos, ocasionales o permanentes, voluntarios o involuntarios, de dichas clases dominantes. Y tienen también a su disposición la llamada “sociedad civil”: el gran capital, los medios de comunicación controlados por aquél, la parte de la intelectualidad y de las diferentes organizaciones sociales al servicio del sistema, funcionando junto al Estado pero fuera de él como aparatos de dominación económica, hegemonía ideológica y control social.
Así es como hay estrategias que consisten en ocuparse de conflictos específicos reales (relativos al género, a la contaminación ambiental, a la organización de la educación y a sus contenidos, los referidos a las prácticas y políticas de los monopolios farmacéuticos y la salud pública, el conflicto entre el derecho a la información y su manipulación por los oligopolios mediáticos, la conflictividad entre dirigentes y dirigidos en todo tipo de organizaciones, los generados por la democracia representativa en crisis terminal, etc.) que a veces se traducen en campañas y luchas reivindicativas de los grupos particularmente interesados, pero que al no ser articuladas con el cuestionamiento global del sistema y la necesidad de acabar con el mismo, terminan desvaneciéndose o siendo digeridos por aquél. En otros términos, las conflictividades grupales y sociales son múltiples y variadas pero para darles una perspectiva de resolución superadora, es preciso articularlas con las luchas para resolver la contradicción principal inherente al sistema capitalista.
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