Mészáros y Chávez: El Filósofo y el Llanero

 

Chris Gilbert

Es una historia extraña e interesante la de la larga y finalmente bi-direccional relación entre el político revolucionario venezolano Hugo Chávez y el intelectual húngaro István Mészáros. Es una historia de afinidades electivas. Por un lado, tenemos a un niño que creció en los llanos venezolanos en un hogar demasiado pobre para comprar vajilla. De niño, viviendo con su abuela, el joven Hugo vendía caramelos en las calles, pero quería jugar al béisbol, inspirado por un lanzador homónimo (el Látigo Chávez) del equipo Magallanes. Ingresó en las fuerzas armadas con la esperanza de convertirse en pelotero, pero pronto descubrió que el ejército le ofrecía una escuela para estudiar política e historia, además de una atalaya privilegiada desde la que observar las injusticias y contradicciones de la sociedad venezolana. En el otro lado de la historia, tenemos a Mészáros, una generación mayor que el ex presidente venezolano. Mészáros creció en la pobreza en Budapest, trabajó con Georg Lukács, emigró a Italia tras el levantamiento de 1956 y se trasladó a Inglaterra, donde pasó la mayor parte del resto de su vida.

Lo que hizo que la vida de Mészáros fuera tan fascinante, y relevante para las cuestiones de la construcción socialista, fue que, habiendo visto ambos lados de la Guerra Fría, llegó a percibir tanto el "socialismo real" como el capitalismo del siglo XX como dos variantes del mismo sistema. A esto lo llamó el sistema del capital. El punto común básico entre la mayoría de los países de Oriente y Occidente en el siglo XX era la extracción del trabajo excedente de los trabajadores que no controlaban sus propios procesos de trabajo. Viviendo en Inglaterra a finales de los 60 y principios de los 70, Mészáros fue testigo de cómo el sistema de capital compartido entró en una profunda crisis.1 Por un lado, los países de Occidente aplicaron reformas neoliberales inspiradas en las teorías de Frances Hayek y Milton Friedman. Estas políticas neoliberales recién acuñadas permitieron a Occidente dar una patada a la lata, sorteando una crisis que no podía resolver definitivamente. En cambio, en los países del bloque oriental, la misma crisis estructural sería el preámbulo de la implosión de los sistemas posrevolucionarios que, por su naturaleza híbrida (seguían extrayendo el excedente de trabajo de los trabajadores pero no podían aplicar las mismas presiones económicas que el sistema capitalista propiamente dicho), se vieron incapaces de capear la crisis ni siquiera con el limitado éxito de los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

Todavía era la época de los "tres mundos", y desde la posición privilegiada de vivir y trabajar en dos de ellos, Mészáros desarrolló sus ideas clave. La más importante de ellas era que el capital era esencialmente un sistema metabólico, dependiente de una división vertical del trabajo sobre la que tiene el mando. Ante la crisis del sistema, lo que se necesitaba no era menos socialismo sino más. La producción auto gestionada y la existencia de una democracia sustantiva en todos los niveles de esta sociedad alternativa eran las características clave de lo que Mészáros llamaba el sistema comunal. Lo veía como la única alternativa viable y sostenible al sistema del capital.

Las afinidades con las ideas y políticas de Chávez deberían quedar suficientemente claras sólo con esta breve introducción. Como es bien sabido, Chávez creía firmemente en la democracia sustantiva como pieza central y principal del socialismo; apostó por los consejos comunales y otras formas de auto organización para emancipar al pueblo venezolano ("Sólo el pueblo liberará al pueblo", dijo Chávez en numerosas ocasiones); y optó al final por un sistema comunal para construir el socialismo (haciéndose eco de la afirmación de Mészáros de que no era necesario un socialismo "menos socialista" sino "más socialista" en el siglo XXI). Todas estas características hacen que exista un sorprendente afinidad entre las dos figuras, a pesar de que sus orígenes y educación son muy diferentes. Como resultado, Chávez movilizaría a sus seguidores e importantes recursos sobre una hipótesis que se basaba en gran medida en el enfoque del filósofo húngaro sobre la transición socialista.

 

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