El caso por una Garantía Social: Acceso

universal a lo esencial

Anna Coote

La Garantía Social reorienta la política progresista hacia las relaciones humanas, el cuidado mutuo y la importancia de invertir en la infraestructura social de la que depende el resto de la economía. Se basa en el pensamiento actual sobre la economía fundacional, la economía del cuidado y la prosperidad económica sostenible. Ofrece una base coherente, ética y bien documentada desde la que abordar cuestiones como la inversión, la regulación y la mitigación del carbono.

El objetivo acordado internacionalmente de reducir las emisiones de carbono a "cero neto" exige sin duda una rápida transformación de la economía. Pero la economía no es sólo un conjunto de mecanismos que interactúan entre sí -como la inversión, la deuda, los tipos de interés, el comercio, la competencia, las cadenas de suministro, la fijación de precios, los patrones de consumo, etc.- y que deben ser ajustados por expertos. Se trata más bien de una construcción social que implica el procesamiento de recursos humanos y medioambientales. Y es un medio, no un fin en sí mismo. Para repetir lo obvio, "vivimos en sociedades con economías, no en economías con sociedades". Así pues, el "Gran Cambio" debe centrarse tanto en las personas como en el planeta y situar las necesidades humanas y ecológicas en el centro del cambio económico.


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