Engels y la Segunda Fundamentación del Marxismo

 

John Bellamy Foster

L
as exploraciones de la dialéctica de la naturaleza de Federico Engels, junto con las contribuciones marxistas a la ciencia natural, fueron tratadas comúnmente en la tradición filosófica marxista occidental como si simplemente no existieran. La visión dominante del marxismo en Occidente consideraba que el mundo físico-natural quedaba fuera del dominio del materialismo histórico. El reino de la existencia biofísica se cedió así a una ciencia natural que se consideraba de orientación inherentemente positivista. Tanto fue así que, con el auge del movimiento ecologista en la década de 1960, a quienes desde la izquierda acusaban erróneamente al marxismo de haber contribuido poco o nada al desarrollo del análisis ecológico, nunca se les ocurrió mirar más allá de las ciencias sociales, a las contribuciones socialistas en las ciencias naturales, de las que surgió la actual ecología de sistemas. La ironía era que el socialismo no sólo se había comprometido con el entorno natural, sino que, de hecho, desde el principio había desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de una ecología crítica dentro de la ciencia y la filosofía materialista.

Sin duda, el marxismo clásico de Karl Marx y Engels a mediados del siglo XIX tuvo su origen en la crítica de las ciencias sociales. Como escribió Engels, la "economía política clásica" era "la ciencia social de la burguesía" y, como tal, enemiga del socialismo. La crítica de Marx a la economía política clásica tenía como objetivo descubrir la "morada oculta" de la explotación y la expropiación de clase en la que se basaba el modo de producción capitalista. Fue esta crítica, por tanto, la que constituyó el fundamento inicial del marxismo. Pero desde el principio, la concepción materialista de la historia en la ciencia social crítica estuvo inextricablemente ligada a la concepción materialista de la naturaleza en la ciencia natural. No era posible una crítica coherente de la economía política sin explorar las condiciones biofísicas reales de la producción asociadas a lo que Marx llamó el "metabolismo universal de la naturaleza”.

Los propios seres humanos eran vistos por Marx como seres corpóreos, y por tanto seres objetivos, con sus objetos fuera de ellos mismos. Por ello, al fin y al cabo, sólo existía una "ciencia única" contemplada "desde dos lados", los de la historia natural y la historia humana. Era necesario, por tanto, ir más allá de la filosofía y las ciencias sociales para emprender también la crítica de la ciencia natural burguesa. En efecto, como método teórico, la filosofía de la praxis no podía limitarse al ámbito de las ciencias sociales y las humanidades, es decir, no podía divorciarse de las ciencias naturales, sin socavar su crítica global.

El hecho de que las ciencias naturales y las ciencias sociales, la naturaleza y la sociedad, estén inextricablemente unidas en cualquier intento de hacer frente al actual modo de producción y sus consecuencias nos lo demuestra hoy de forma dramática la actual Época Antropocena de la historia geológica, en la que el capitalismo está generando una "fractura antropogénica" en los ciclos biogeoquímicos del Sistema Tierra, poniendo en peligro a la humanidad junto con innumerables otras especies. En estas circunstancias, el papel de la ecología marxista en la comprensión de nuestro actual predicamento medioambiental es de crucial importancia. Es aquí donde la segunda fundamentación de la teoría marxista dentro de la filosofía materialista y las ciencias naturales se revela indispensable para el desarrollo de una praxis revolucionaria.

 

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