Investigación y análisis para provocar la toma de conciencia y el pensamiento crítico
Contribuimos a la liberalización de las instituciones democráticas de la sociedad, pues han sido secuestradas por los dueños del mercado. Ellos trabajan en contubernio con sus agentes del mercado, quienes, haciéndose pasar por funcionarios públicos, están atrincherados en los salones de gobierno. La clase política ha traicionado su mandato público y en cambio opera para imponer un estado mercadocrático para maximizar el valor accionario de los inversores institucionales de los mercados financieros internacionales. Éstos son dueños de las corporaciones globales y creen ser dueños del mundo en nombre de sus muy privados intereses
Nuestros campos de acción: real democracia – real sostenibilidad – salario digno – renta básica – desigualdad – huella ecológica – decrecimiento – calentamiento global – desarrollo humano – responsabilidad corporativa – derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales – consumo responsable – células ciudadanas autónomas y sostenibles ...
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Partiendo de un etos de real democracia y real sostenimiento, nosotros, la ciudadanía, trabajamos en pos del paradigma cuyo único fin es procurar el bienestar de la Gente y el Planeta y NO del mercado.
Estrategias para el Decrecimiento
Enfrentados a una crisis socioecológica global, imaginar futuros alternativos que sean realistas y deseables, pero que también aborden la urgencia y el alcance de estas crisis, es una tarea de enormes proporciones. Como sostienen los teóricos y activistas del decrecimiento, la raíz de nuestras crisis múltiples, interrelacionadas y aceleradas es un sistema socioeconómico impulsado por un crecimiento económico sin fin. La consecuencia de este crecimiento -la excesiva producción material de los países del Norte Global- no es más que la punta del témpano. Detrás de este crecimiento se encuentra el impulso de la acumulación incesante de capital, a su vez construido sobre una constelación de relaciones de explotación. El futuro es decrecimiento: Una guía para el mundo más allá del capitalismo, de Matthias Schmelzer, Andrea Vetter y Aaron Vansintjan, es una buena adición tanto para desentrañar las relaciones capitalistas que sustentan el crecimiento como para abordar la formidable tarea de imaginar un futuro de decrecimiento que implicará cambios masivos y sistémicos.
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El PIB como indicador rey del progreso es una de las mayores falacias de nuestra sociedad
Una entrevista...
La gobernanza basada en el mercado está tan arraigada que los valores intrínsecos y relacionales siempre acaban perdiendo. Y con ellos, la biodiversidad y la sostenibilidad de la vida. El dominio de la visión cortoplacista sobre la naturaleza está respaldado, en gran medida, por el sistema neoliberal miope, su ideología de libre mercado y el mantra del crecimiento económico. Si a esto le unimos el PIB, como indicador rey del progreso económico y brújula de una política que solo tiene en cuenta aquellos bienes y servicios que pasan por el mercado, tenemos un problema porque es una de las mayores falacias de nuestra sociedad. La naturaleza tiene otros muchos valores de bienestar que no cotizan en sus mercados pero que nos aportan bienestar. Y si desequilibramos esos valores en la toma de decisiones, descompensamos automáticamente nuestras relaciones con el medio ambiente. No somos conscientes de que además de vivir de la naturaleza también vivimos con ella, en ella e incluso como ella. Desgraciadamente, en la toma de decisiones económicas y políticas sólo prima la primera opción. Por eso, consideramos fundamental poner el foco en las instituciones y en cómo nos influyen a la hora de entender qué significa el progreso. Y para ello tuvimos que cuestionarnos el papel de los actores que ostentan los resortes del poder, que son quienes imponen unos valores sobre otros. Así, fuimos diseccionando el sistema por capas como si fuera una cebolla hasta llegar al núcleo de la cuestión que es la crisis socioecológica, las causas que provocan la degradación acelerada de la naturaleza que estamos sufriendo. Era la única manera de decirles a los representantes de los Estados y a la sociedad civil en general: “Aquí subyace el problema. Entonces, debatamos sobre valores y encontremos soluciones justas”.
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Notas de los editores de Monthly Review sobre "El Capitaliano: La primera edad geológica del Antropoceno"
Nuestro artículo sobre la relación entre el capitalismo y el Antropoceno, «El Capitaliano: La primera edad geológica del Antropoceno», publicado en inglés en la edición de octubre de 2021 de Monthly Review, se enfocó en la pregunta sobre cómo caracterizar la actual edad geológica de la historia de la Tierra. En los últimos años, los científicos han propuesto que la época del Antropoceno ha sucedido a la época del Holoceno de los últimos 11.700 años, lo que refleja el hecho de que las fuerzas antropogénicas (a diferencia de las no antropogénicas) constituyen ahora los factores dominantes en el cambio del sistema Tierra y subyacen a la crisis ecológica planetaria. Aunque todavía no ha sido aprobada oficialmente por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas, la designación de la época del Antropoceno dentro de la escala del tiempo geológico implica que ahora no solo estamos en una nueva época geológica, sino también en una nueva edad geológica, ya que cada época está conformada por una serie de edades.
En nuestro artículo, propusimos que la primera edad geológica de la época del Antropoceno, tras la edad Megalayense —la última edad del Holoceno—, se denominara edad Capitaliana para reflejar el hecho de que es el sistema capitalista en su fase madura de capitalismo monopolista globalizado el que ha dado lugar a la actual fractura antropogénica en el sistema Tierra. Posteriormente, este marco fue desarrollado en un nuevo libro de uno de nosotros (John Bellamy Foster, Capitalism in the Anthropocene, Monthly Review Press, 2022) y en nuestro artículo «Socialismo y supervivencia ecológica», publicado en inglés el número de julio-agosto de 2022 de Monthly Review.
Carles Soriano, geólogo y vulcanólogo de Geociencias Barcelona (perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC), de quien no teníamos conocimiento cuando desarrollamos este análisis, en un artículo de Acta Geológica de 2020 titulado «On the Anthropocene formalization and the proposal by the Anthropocene Working Group» (“Sobre la formalización del Antropoceno y la propuesta del Grupo de Trabajo Antropoceno”), ya había introducido —con anterioridad a nuestra discusión sobre el Capitaliano— la noción del «Capitaliniano como estadio de la época del Antropoceno». En este artículo, Soriano argumenta que esta designación es necesaria para garantizar que «se obtenga una comprensión verdaderamente exhaustiva de la historia de la Tierra, que comprenda las causas últimas de la transformación planetaria en curso y su expresión estratigráfica».
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Fuera del Espacio Operativo Seguro del Límite Planetario para Entidades Noveles
Sostenemos que se ha superado el espacio operativo seguro del límite planetario de nuevas entidades, ya que la producción y las emisiones anuales están aumentando a un ritmo que supera la capacidad global de evaluación y seguimiento. El límite de las entidades nuevas en el marco de los límites planetarios se refiere a entidades que son nuevas en un sentido geológico y que podrían tener impactos a gran escala que amenacen la integridad de los procesos del sistema Tierra. Revisamos la literatura científica relevante para cuantificar el límite de las nuevas entidades y destacamos la contaminación por plásticos como un aspecto particular de gran consternación. Se presenta una vía de impacto desde la producción de nuevas entidades hasta los impactos en los procesos del sistema Tierra. Definimos y aplicamos tres criterios para evaluar la idoneidad de las variables de control del límite: factibilidad, relevancia y exhaustividad. Proponemos varias variables de control complementarias para captar la complejidad de este límite, al tiempo que reconocemos las principales limitaciones de los datos. Llegamos a la conclusión de que la humanidad opera actualmente fuera del límite planetario basándonos en el peso de la evidencia para varias de estas variables de control. El ritmo creciente de producción y liberación de grandes volúmenes y mayor número de nuevas entidades con diversos potenciales de riesgo supera la capacidad de las sociedades para llevar a cabo evaluaciones y controles relacionados con la seguridad. Recomendamos tomar medidas urgentes para reducir el daño asociado a la superación del límite mediante la reducción de la producción y liberación de nuevas entidades, teniendo en cuenta que, aun así, la persistencia de muchas nuevas entidades y/o sus efectos asociados seguirán suponiendo una amenaza.
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Los Árboles y el Engaño de las Emisiones “Netas Cero”
Los árboles del bosque, un paraíso natural de compleja ingeniería vegetal bajo el engaño de las emisiones ‘netas cero’ en la Amazonia. Contradicción irreconciliable entre los ciclos de la naturaleza y el crecimiento en espiral del capital
Estados Unidos, la Unión Europea y China, los países más contaminadores del planeta han estado lejos de asumir los compromisos y metas de los objetivos de acción climática. Éstos se debían concretar en la reducción de gases efecto de invernadero (GEI). Se verifica en el 1,1°C de incremento, la cifra más alta de aquella alcanzada a finales del siglo XIX. Las políticas climáticas del Norte se debaten en la retórica de la transición energética y el regreso a las energías fósiles, en tanto que, en el Sur global dispersan sinnúmero de negocios corporativos, ONG conservacionistas y fondos de inversión privados dedicados a la expoliación de la naturaleza. En su conjunto, revenden los créditos de carbono a terceros con precios más altos, sustituyen las tierras fértiles de uso agrícola por grandes plantaciones de monocultivos forestales de uso comercial hasta llegar a la venta fraccionada de la tierra, el agua, el aire y la fotosíntesis incluidos en la definición de servicios ecosistémicos.
En la Región Panamazónica las políticas de adaptación y mitigación de las corporaciones a la crisis climática, han actualizado viejos mecanismos de expulsión étnico-campesina de sus territorios y han acelerado la destrucción de las coberturas vegetales, los árboles nativos incluyendo los ecosistemas y la biodiversidad en su conjunto. Tras la COP27 el capitalismo verde recorre los bosques húmedos tropicales y los santuarios naturales de preservación de la biodiversidad y de manera semejante, los mares, el agua, el aire o la fotosíntesis. Entre los instrumentos legales, ocupa un lugar preferente la concesión, otra forma de desterritorialización de los pueblos indígenas. Ésta se define como la acción o efecto de conceder, poner a disposición, hacer disponible; consentimiento, permiso. Es el caso de las comunidades de Fundo o Fecho de Pasto enfrentadas a las concesiones en defensa de sus derechos consuetudinarios al refrendar la noción de despojo establecida en la época colonial con renovados ardides de explotación. El capital pacta con los gobiernos locales, sus cómplices incondicionales en la entrega fragmentada de cada componente del majestuoso bosque amazónico al capital financiarizado.
Desde la Región Panamazónica nos preguntamos, ¿Si los árboles en la cima de la evolución vegetal podrán sobrevivir a la sexta extinción de la humanidad? No lo sabemos, pero si estamos seguros, la extinción nos anuncia y también nos previene en qué hacer sobre las próximas inestabilidades eco sociales en ciernes. Desde hace más de cincuenta años, se ha vaticinado un conflicto entre las sociedades industriales y los limites biofísicos de la naturaleza que arrastrará tras de sí al Sur global. Estamos en un punto de inflexión, las proyecciones se distorsionan, los políticos se confunden y toman decisiones contrarias a las peticiones de sus propios ciudadanos bajo la avalancha de hechos climáticos, medioambientales y sociales inesperados. En estos escenarios la única realidad posible es la incertidumbre y más pronto que tarde, las rebeliones serán la orden del día.
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Antropoceno, Capitaloceno y otros «-cenos»
Por qué un entendimiento correcto de la teoría del valor de Marx es necesario para dejar atrás la crisis planetaria
.La noción de que estamos viviendo en un periodo histórico crítico respecto a las condiciones de habitabilidad de la Tierra —no solo para los humanos, sino también para muchos otros organismos vivos— está ganando cada vez más adeptos entre la gente común y corriente, los académicos, los políticos y los movimientos sociales. Este periodo crítico ha sido tipificado como una crisis planetaria de la época del Antropoceno y estudios llevados acabo actualmente muestran que la habitabilidad en la Tierra se está deteriorando progresivamente. Existe también una creciente percepción, aunque más restringida, de la estrecharelación entre la actual crisis de habitabilidad y la sociedad capitalista global contemporánea. Esta noción se basa más en la intuición y en la correspondencia histórica de los indicadores de la crisis planetaria con el modo capitalista de producción social que en estudios científicos que muestran que la crisis es una necesidad estructural de la reproducción capitalista. Como resultado, se ha acuñado un número de términos alternativos al Antropoceno para denominar el periodo histórico actual. Aunque designaciones como el Plantacionceno, Chtuluceno, Crecimientoceno, Econoceno, Piroceno, Necroceno, etc. pueden tener un alcance provocativo, también es cierto que se basan en una comprensión incompleta de la crisis actual. Entre las alternativas al Antropoceno, el Capitaloceno es el término que ha experimentando un despliegue conceptual más profundo. Sin embargo, el concepto de Capitaloceno no está desprovisto de importantes equívocos sobre la crisis y su relación con los fundamentos del modo capitalista de producción social basado en la reproducción del capital.
En esta contribución, propongo un análisis crítico tanto de los términos actuales para la crisis planetaria en curso como de las diferentes conceptualizaciones que subyacen estos términos. El foco está puesto principalmente en la disputa entre el Antropoceno y el Capitaloceno, pues se trata de los términos más extendidos y los que han sido desarrollados teóricamente de manera más profunda. Muestro que los defectos de estos términos se basan en una comprensión incorrecta de la crisis planetaria y los fundamentos del modo de producción capitalista, así como de su mutua imbricación. Estas deficiencias se reflejan en las propuestas para formalizar la crisis planetaria en la ETG y se discuten en este contexto. Se hace hincapié en las limitaciones metodológicas y epistemológicas de los enfoques del Antropoceno y el Capitaloceno, responsables en última instancia de las propuestas políticas para salir de la crisis.
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La Crítica de Marx al Humanismo de la Ilustración: Una Perspectiva Ecológica Revolucionaria
Es difícil negar que Karl Marx fue el principal crítico revolucionario del humanismo de la Ilustración en el siglo XIX. Ningún otro pensador llevó la crítica del Hombre abstracto y egoísta de la Ilustración a tantos ámbitos -religión, filosofía, Estado, derecho, economía política, historia, antropología, naturaleza/ecología- ni expuso tan a fondo su brutal hipocresía. Pero también puede considerarse que la oposición de Marx al humanismo de la Ilustración trasciende todos los demás relatos críticos hasta nuestros días en su carácter distintivo de crítica dialéctica e histórica. Su respuesta al humanismo burgués no consistió en una simple negación unilateral, como en la noción althusseriana de una ruptura epistemológica que separa al Marx temprano del maduro. Por el contrario, adoptó una forma más radical en la que la sustancia de su enfoque humanista y naturalista original se transformó en un materialismo desarrollado. El resultado fue una profundización simultánea de su ontología materialista, que ahora adquiría un énfasis definido y corpóreo centrado en las condiciones de subsistencia humana, junto con la extensión de esto al ámbito histórico en forma de un materialismo práctico.
El análisis de Marx fue, por tanto, único en ofrecer una síntesis superior que vislumbraba la reconciliación del humanismo y el naturalismo, la humanidad y la naturaleza. En lugar de detenerse en una mera antítesis (como en la mayoría de las concepciones "post" contemporáneas), el objeto era la superación de aquellas condiciones materiales del modo de producción capitalista que habían hecho del humanismo de la Ilustración la forma paradigmática del pensamiento burgués. Este rechazo radical del humanismo burgués se integró con la crítica del colonialismo, donde el capitalismo era visto como caminando "desnudo" en el extranjero, exponiendo toda su barbarie. En este sentido, la respuesta revolucionaria de Marx al humanismo de la Ilustración ayudó a inspirar las críticas posteriores de pensadores anticoloniales como W. E. B. Du Bois, Frantz Fanon y Aimé Césaire, todos los cuales abogaron por el desarrollo de un "nuevo humanismo”.
Las recientes investigaciones sobre los fundamentos ecológicos del pensamiento de Marx, en particular su concepción del metabolismo de la humanidad y la naturaleza mediado por la producción social, han puesto de manifiesto más plenamente la profundidad y complejidad de la crítica general de Marx al metabolismo social alienado del capitalismo. Esta línea de investigación demuestra que, lejos de ser antropocéntrico, o de sucumbir a la noción ilustrada de la conquista de la naturaleza, su visión abarcaba el ámbito más amplio de lo que él llamaba "el metabolismo universal de la naturaleza". Esto incluía una apreciación de otras formas de vida y su crítica de la destrucción del medio ambiente en su famosa teoría de la fractura metabólica, dando lugar a lo que puede llamarse una perspectiva ecológica revolucionaria.
Los pensadores posthumanistas (incluidos los llamados nuevos materialistas) han intentado recientemente desafiar la visión metabólica de Marx y la ecología revolucionaria en general promoviendo un mundo fantasmagórico de "ecología oscura", hiperobjetos y fuerzas vitalistas. Sin embargo, tales visiones irracionalistas, como veremos, fracasan invariablemente a la hora de abordar el criterio fundamental de la filosofía de la praxis: el objetivo es cambiar el mundo, no simplemente reinterpretarlo.
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África presume con ejemplos de resiliencia ecológica
Pese a sus bajos niveles de contaminación, el continente negro está mucho más comprometido con la transición ecológica que muchos otros territorios atados a sus viejos patrones de producción industrial
Ya no es una noticia. África se ha perfilado en los últimos años como el territorio más afectado por el calentamiento global. Un gran número de evidencias apoyan esta afirmación: el aumento de las temperaturas desde la era preindustrial supera el 1,5ºC en distintas regiones, la desertificación cabalgante se afianza en el interior, la erosión costera se observa en todo el litoral occidental, los fenómenos de sequía se multiplican en el este, las inundaciones y huracanes se recrudecen –todos ligados a un ciclo del agua trastornado–, llevando así al continente a situaciones límites, tanto ambientales, como humanas, sociales, económicas y políticas.
Este contexto duele más todavía si tenemos en cuenta que África no tiene la más mínima culpa en este cambio climático que aquí denunciamos: el calentamiento causado por la actividad humana y la liberación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Se estima, en efecto, que los países africanos solo representan el 3,8% de las emisiones totales, muy poco en comparación con China, Estados Unidos o Europa que, respectivamente, emiten el 23%, 19% y 13% de las emisiones globales.
África no está a la espera de que el mundo industrializado reaccione. Ya no hay tiempo para esto. Por el contrario, es muy posible que, pese a sus bajos niveles de contaminación, el continente negro esté mucho más comprometido con la transición ecológica que muchos otros territorios atados a sus viejos patrones de producción industrial. Esta idea es la que trato de destacar en África: cambio climático y resiliencia (Publicaciones UAB, 2022).
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Capitalismo vegano: multinacionales alimentarias y BlackRock
Tras seducir a la población con las supuestas maravillas de la dieta vegana, las transnacionales de producción de carne y los grandes fondos de inversión aterrizaron en la industria de los alimentos que se presentan como sustitutos de la dieta vegana
Hasta no hace mucho tiempo, seis o siete décadas atrás, la alimentación mayoritaria de la población rural era austera, equilibrada y sujeta a las posibilidades de sus territorios. En paralelo al desarrollismo y a la concentración de la población en las ciudades, desde centros de estudios, universidades y revistas de prestigio –en coordinación con la industria alimentaria– se difundió el mensaje de la necesidad de mejorar los patrones alimentarios, aumentando el consumo de proteínas, especialmente las de origen animal. A fuerza de mucha publicidad y propaganda, pensemos en el caso del fastfood, el mensaje permeóculturalmente y se instaló en el imaginario como el patrón a seguir. Para satisfacer esta demanda “creada”, se justificó, se agradeció y se encumbró a la industria alimentaria capaz de producir mucha leche, carne y sus derivados a precios baratos, sin contemplar ni preocuparse por sus desmedidas externalidades. Se llegó a despreciar y ridiculizar la alimentación y la agricultura tradicional, afectando cuerpos y territorios. De comprar y cocinar alimentos frescos se pasó a los ultraprocesados recalentados en el microondas y la industria salió claramente vencedora. Algo tan íntimo como nuestra alimentación ha acabado delegándose en pocas megaempresas controladas por fondos de inversión.
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